miércoles, 15 de marzo de 2017

Los niños están hechos de sueños, no les cortes sus alas.


La infancia tiene su propio ritmo, su propia manera de sentir, de ver y de pensar. Muchas veces nos empeñamos en criar a los hijos a nuestra imagen y semejanza, o lo que es peor, imitando a los hijos del de al lado, y pocas pretensiones pueden ser tan erróneas como ésta, explica la psicóloga Valeria Sabater en su artículo de la web https://lamenteesmaravillosa.com

Los niños están hechos de SUEÑOS, de ESPERANZAS y de ILUSIONES que construyen en sus mentes libres. Sin prejuicios, sin complejos, sin filtros.




Vivimos en una espiral de competitividad, donde la obsesión por el éxito va de la mano de la pérdida de la infancia

. Pretendemos convertir cada vez más temprano en brillantes estudiantes, opositores y esclavos del trabajado a niños que deberían estar jugando en los parques. Cuántas veces escuchamos a los padres hablar de las notas de sus hijos, de sus calificaciones y proezas en los estudios, de quién es mejor que quién. Desde pequeños se les educa en la cultura de la competición, de ser mejores que el de al lado, queremos niños “estrella”, hijos perfectos en vidas perfectas.
Nos vemos inmersos en una vida acelerada, cada vez con un nivel mayor de exigencia y no nos paramos a pensar ¿Cómo se siente nuestro hijo? ¿Merece la pena hacerle perder su infancia? No existen estudios concluyentes que respalden la idea de que “acelerar” ciertas competencias, ayude a su rendimiento académico o deportivo. Sino al contrario, la competitividad y necesidad de perfección hacen que los niños comiencen a conocer la frustración, estrés y la ansiedad. Es triste que criaturas con solo 5 o 6 años ya sufren el estrés de un adulto.

¿De qué nos sirve un niño que sabe decirnos cómo se llaman las lunas de Saturno si no sabe cómo manejar su tristeza o su rabia? Eduquemos niños sabios en emociones, niños llenos de sueños y no de miedos.
La curiosidad es el motor de un cerebro infantil, los padres y educadores deben facilitar el aprendizaje y no ser agentes de presión. Por ello, se están imponiendo cada vez más enfoques como el “Slow Parenting” o “Crianza Respetuosa” que invitan a ir más despacio y respetar los ciclos naturales del niño. La necesidad básica de un niño es JUGAR y DESCUBRIR EL MUNDO. Como bien dice Sabater:

"Los niños están hechos de sueños y hay que tratarlos con cuidado. Si nos empeñamos en llenar su tiempo de objetivos que cumplir y competencias que asumir, cada día estaremos rompiendo un pedacito de sus alas. Esas con las que tal vez, alcanzaría el día de mañana sus propios sueños. Si les damos obligaciones de adulto cuando aún son solo niños, arrancaremos también las alas de sus cometas, para aferrarlos al suelo, haciéndoles perder su infancia"


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